martes, 31 de enero de 2017

Fuera de contexto.




Ante ti amanece un atardecer de terciopelo, 
lienzo para sueños jóvenes, color melocotón para hincarle el diente,
pensando en más pedazos para completar el festín.

Cuando el sol te abandone, te verás confuso, 

la oscuridad es ingrata y ciega, habla en silencio,
las palabras me dejaron tirado, gritarás,
sobre el suelo, lágrimas,
alguien te sacó de contexto. 

Me dirás que estás cansado, que nadie te comprende,

Me dirás que has vivido mucho y te responderé que no lo suficiente.

Los años aún visten tu piel con peso liviano,

no duelen al caer ni aprietan la frente,
no te atan todavía con el interminable nudo
que enreda sentimientos adultos hasta volverlos viejos.

De un lado verás tu mundo, del otro la realidad.


Aún has de alimentar tu mente rebelde sin el corazón triste,

esquivar disparos que son decepciones, escribir silencios, 
odiar traiciones,
y desgastar más zapatillas en piedras duras, en atardeceres grises.
Tropezar y caer es el juego cruel de los años, 
se deslizan mientras nos aferramos a una tabla que no salva,
sólo empuja y avanza hasta dejarnos magulladuras nuevas,
perdón, dolor y huesos rotos.

Aún has de crecer y creer, 

porque la intuyes pero no la ves, 
es la existencia de tu verdad,
es la promesa de una vida que te invitó a una fiesta
donde contemplas que el amor va y viene, pero algo deja.

Aún has de ser el hierro que forja amistades y doblega penas, 

la mano que da forma a una historia valiente,
la que escribe palabras inventadas para su propio texto,
el amor que adorna el mundo y se queda con él,
el futuro que hará tu corazón más inmenso. 
Aún.



(Foto Jorge Santos)



lunes, 23 de enero de 2017

Mensaje en una botella





No era el mar pero se le parecía. 
El sudor que desprendían los cuerpos 
impregnaba el aire de humedad y sal. 
Llegaban en oleadas, puntuales,
como una marea inquieta y oscura que anegaba las vías 
hasta que el tren lleno devolvía una estación en calma, 
con orillas plagadas de envoltorios, 
deseos agotados,
papeles arrugados y alguna colilla. 
Entre los restos apareció un día una botella solitaria, 
transparente y vacía. 
Aguantó el empuje hasta perecer hecha añicos 
entre los pies que corrían. 
“Estoy aquí”, gritó.
Eran sus pedazos al romperse. 



jueves, 19 de enero de 2017

El círculo




El primer paso llega el primer año,
cuando aún no has pintado los horizontes.
Niño de pie, te empujan a una aventura dubitativa y torpe,
y asomas la cabeza descubriendo otra esquina prometedora,
y das un paso, y otro, sin parar en el desvío que te lleva 
a donde no sabes si llegarás.

Busca tu camino,

encontrarás tu destino, dice la rima.

Y durante años recorres senderos estrechos 

soñados como luminosas avenidas abiertas a la esperanza
y confías en que tus pasos rectos te descubran un refugio,
las palabras justas, el acomodo seguro, la ciencia cierta. 
Hasta ese punto en el que giras la cabeza y ves un círculo
detrás, y delante un traspiés, y una vuelta más.

La vida te rodea

y giras sin saber si tus pasos avanzan o retroceden,
si retornas al límite de las ilusiones,
o estás delante de lo que no es,
los cimientos se hunden y las señales tiemblan,
y dudas al no sentir 
si duele más pisar el suelo ya desgastado o la salida que no se ve.

Y un año descubres que el futuro es ese círculo

que va dibujando el pasado que te aferra a lo que eres,
por veredas tortuosas en tropiezos mil veces cometidos,
y son tus pasos el camino, dijo el poeta,
el mismo camino siempre
y nada más.